“¡Con todos ustedes, a un lado del
cuadrilátero, con un peso de tropecientos títulos, 300 lecturas en la última
semana y un artículo publicado en revista de impacto tenemos al Doctor Teórico!
¡Al otro lado, con una experiencia de cientos de combates, con su ya más que
tradicional repertorio de ejercicios decisivos y su característica sonrisa de
confianza de esto ya lo hice en su momento el gran Mister Práctica!”
Últimamente nos empeñamos en
confrontar las dos caras de una misma moneda, una dualidad que confiere
credibilidad y coherencia a nuestro trabajo. No existe la una sin la otra, no
hay un bien y un mal, un blanco o un negro, teoría y práctica deben ir juntas,
de la mano, para poder aspirar a ser el mejor entrenador posible.
No podemos caer en el error de
pensar que en los libros están todas las soluciones, pero tampoco podemos
pensar que no funcionan y prescindir de ellos o caer en el pensamiento de que: “La teoría equivale a todo aquello que es
cierto pero no funciona; y la práctica equivale a lo que no es correcto pero da
resultado”.
Debemos ser capaces de
interpretar la teoría, valorar cuáles son los conocimientos más adaptados a
nuestra realidad y también valorar nuestras experiencias prácticas, y lo más
difícil conseguir aplicarlas en nuestros entrenamientos, pues cómo dice el gran
Gerard Morás: “El problema está en teorizar mucho una ciencia, que sin duda, tiene
mucho de arte”. Arte, que buena palabra.
“El conocimiento no es suficiente, debes aplicarlo” (Bruce Lee).
El punto de partida es el
conocimiento, no sólo de tu deporte, sino también de tus jugadores. Es muy
común encontrarnos al entrenador que continuamente se refiere a: “esta tarea la
he hecho yo en otros equipos y me ha funcionado”, y puede ser perfectamente
válida, pero cada grupo, cada individuo es diferente, incluso ese mismo grupo no
es el mismo cuando vuelves a repetir una misma tarea otro día de entrenamiento,
el exceso de confianza en las prácticas pasadas sin conocimiento alguno puede
ser poco eficiente e incluso peligroso (Genial Don Arturo). Dos entrenadores
pueden aplicar el mismo ejercicio y obtener resultados completamente
diferentes.
Un poco más lejos va el señor Paco Seirul.lo cuando nos habla no de
entrenamientos, sino de episodios de entrenamiento, los cuáles son
completamente diferentes unos de otros pues se producen en momentos diferentes
de la vida de tus jugadores.
Cada persona en sí es un conjunto de estructuras
íntegramente relacionadas, obviarlas tratándolos como máquinas autómatas sólo
nos puede conducir al error. Todo ejercicio, o tarea de entrenamiento,
repercute en todas a la vez, por lo que una misma tarea puede ir enfocada a
varios objetivos.
“No se trata de lo que
enseñas, sino de lo que enfatizas” (John
Wooden), la dificultad estriba en saber interpretar cuál es el enfoque
necesario en cada momento para conseguir potenciar las competencias de nuestro
equipo. Y sólo conociendo a nuestros jugadores somos capaces de conseguirlo,
pues todo lo necesario ya está dentro de ellos y citando a Marcelo Bielsa: “el arte de
entrenar es hacer que florezca la virtud de tus jugadores”. Arte de nuevo,
que curioso.
“Al iniciar el combate, todo lo que él posee es su entusiasmo y los
golpes que aprendió mientras se formaba. A medida que la lucha avanza, descubre
que el entusiasmo y el entrenamiento no son suficientes para vencer: se
necesita experiencia” (Paulo Coelho)
Partimos de nuestros conocimientos,
sí, son los que nos llevan a enfocar nuestros programas de entrenamiento,
basándonos en lo que ciertos autores que consideramos de confianza nos dicen
que es lo adecuado, pero conforme vamos entrenando nos damos cuenta que hay
cosas que se nos escapan, problemas que surgen que no están en los libros y ahí
es donde la experiencia y la práctica nos ayudan a progresar. Pues toda tarea
es muy bonita planteada en un papel, pero cada entrenador debe ser capaz de
interpretarlas al llevarlas a cabo, dándoles un matiz diferente en cada nueva
interpretación, permitiendo que cada uno sea capaz de dar un significado y una
puesta en práctica diferente en función de sus características.
Es por ello que entrenar considero
que se convierte en un Arte, pues no sólo se trata de plasmar la idea, sino de
interpretarla correctamente en función de tus jugadores, del momento o del
objetivo. No sólo se trata de programarla y redactarla, sino de tener la
capacidad de variar la idea durante la puesta en escena, de “improvisar”, si así
lo requiere, una nueva variante. No sólo requiere de un planteamiento si no de
la inspiración y la conexión con tu equipo u obra. Y todo ello no se puede
conseguir prescindiendo de una de las dos caras de la moneda, ciencia y
práctica, pues ambas se retroalimentan y ambas son indisociables.
Para terminar me gustaría mencionar estas palabras de Javier Imbroda con las que acostumbra a cerrar clínics, cursos y similares: “en el deporte de alto rendimiento son los jugadores los que marcan la diferencia, sin embargo, en las etapas formativas son los entrenadores los que las marcan”.
Las marcarán aquellos entrenadores
cuyo entusiasmo eleva la calidad de su trabajo, cuya capacidad de liderazgo
invita a sus jugadores a pertenecer a una gran familia, cuyo comportamiento sea
visto como un ejemplo a imitar por sus jugadores, cuya satisfacción sea la de
hacer progresar a sus jugadores, en definitiva, aquellos que hagan del
entrenamiento un ARTE.
¡Qué la fuerza os acompañe!
Pablo E. Roig Fernández
¡Qué la fuerza os acompañe!
Pablo E. Roig Fernández
Un articulo muy interesante. Felicidades por el blog
ResponderEliminarwww.entrenamientoysaludcoruna.blogspot.com.es